El siguiente paso es el ejercicio de "la
caja de cristal", en el cuál nos mantendremos sentados frente a una caja compuesta
de un espejo al frente y un plástico atrás.
Nos sentaremos por toda una hora tratando de mirarlo como la cosa
tan simple que es: una caja de cristal- rechazando nuestro condicionamiento de que es un
televisor el cual nos provee entretenimiento, diversión e información importantes.
Nos trataremos de sentar por toda una hora permitiéndonos a
nosotros mismos estar ahí sin ser atrapados por el drama, el conflicto, las distracciones
con las cuales estamos siendo tan astutamente bombardeados. "No es más que una
caja" nos repetiremos a nosotros mismos, "es tan solo una caja vieja y simple,
eso es todo. Nada significativo está pasando--tan solo unos cambios de luces y algunos
sonidos, pero yo no debo de olvidarme que es solo una caja."
Por supuesto, para que esto sea del todo efectivo, nuestra atención
en el televisor como una simple caja plástica, no debe ser rota en todo lo que dure la
hora.
Si se repite una palabra cualquiera en un disco o cinta magnética,
cualquier palabra y tan solo esa palabra, se produce un efecto interesante. Al cabo de un
rato, parece que otras palabras se están diciendo también, como en el disco
"Medita". Esto sirve como un recordatorio. Es como tronar los dedos para
acordarnos que estamos aquí. Cada vez que oímos una palabra diferente a la que la
grabación dice, es por que algo nos ha distraído. El factor de distracción proviene de
la mente misma, de su habilidad y deseo de distorsionar una simple palabra. En el
ejercicio de la caja de cristal, ¿dónde está la distracción? ¿Acaso está en el
televisor? ¿Dónde? El proceso es el mismo: la mente quiere asociarse con lo que esta
pasando en el televisor.
La mente produce el mismo factor de distracción, y en realidad
veremos siempre los mismos resultados. Vamos a estar atrapados en ellos, y vamos a estar
atrapados en el significado de estos. Esa es la evidencia de que hay una entidad
controlando la máquina; vamos a ser atrapados en las emociones de ellos, esa es otra
entidad; o nos vamos a frustrar con nosotros mismos por no ser capaces de prevenirnos de
ser atrapados por ellos, esa también es una entidad.
Vamos a levantarnos y a caminar lejos de ellos, y miraremos a otro
lado, vamos a divertir nuestra atención de alguna otra manera, o apretar nuestros dientes
y forzarnos nosotros mismos, esa es otra entidad. Y otra entidad también está
dominándonos cuando simplemente nos sentamos allí, ojos abiertos, nos vamos
completamente, tontamente dormidos y despertarnos de la manera que despertamos en la
carretera cuando estamos manejando y nos despertamos de repente y nos damos cuenta que
hemos manejado 20 millas y no nos hemos dado cuenta.
Todo viene a resumirse en una sola cosa: el centro mental opera
siempre por asociación; esto me recuerda de aquello que me acuerda de aquello que me
acuerda de aquello y así sucesivamente. Cuando el centro mental está aburrido, se activa
y empieza a tronar. Toda intrusión significa que nunca hemos entrenado nuestra atención.