Cuando empezamos a mirar
detenidamente la cuestión de la atención, nos encontramos con algunas sorpresas muy
extrañas. Nuestra percepción del mundo cambiará radicalmente. Cuando empezamos a usar
nuestra atención como debería ser usada como un ser violamos los límites
que son impuestos por el cuerpo sobre nuestra atención.
Pero, de todas maneras, el cuerpo es simplemente una
forma de energía inferior; no tan importante. Impondrá sus límites, y la mente
impondrá los suyos también. Hay límites físicos, límites psicológicos, límites
emocionales, y cada vez que la máquina use la atención como se debería usar, esos
límites serán violados.
A la máquina no le gusta cuando violamos sus
limitaciones auto-impuestas. Hemos sido bien instruidos y bien adoctrinados para tratar
esos límites como tabúes potentes tan potentes que son casi irrompibles. Cada
pizca de condicionamiento que ha sido vertido generosamente por la vida orgánica en
nosotros durante nuestra existencia, cada pizca del condicionamiento de la máquina y el
condicionamiento que hemos tragado como un ser, va en contra del uso correcto de la
atención.
Estamos atrapados porque no podemos usar nuestra
atención. Eso es lo que nos mantiene prisioneros eso y ninguna otra cosa. Cuando
empezamos a usar correctamente nuestra atención, todas las limitaciones se caen por sí
solas. El uso de la atención por parte del ser quema todos los límites de la máquina y
los límites que imponen los centros inferiores, es decir, el uso de la atención como se
debería usar, como se debe usar como ha estado disponible desde el principio.
Pero una cosa desusada se vuelve atrofiada, rígida
e inservible. La experiencia de tener enyesada la mano durante un año debería ser
suficiente para convencer a cualquiera de la dificultad de usarla una vez que el yeso ha
sido removido. Lleva semanas, meses o incluso años para volver a lograr la misma libertad
de movimiento si es que ésta vuelve alguna vez.
Si no ejercemos nuestra habilidad natural y
sólo tenemos dos habilidades reales: poder estar aquí y poder mirar las cosas si
no ejercemos estas habilidades, se atrofian.
Ahora bien, lo esencial no es que se pueden
atrofiar, ya se han atrofiado. Tenemos que darnos cuenta que estamos empezando con
los músculos muy decrépitos y desusados. Y nos va a doler. Así como cualquier nuevo
músculo, o cualquier músculo que no hayamos usado durante mucho tiempo.
Cuando empecemos a usar la atención como se
debería, nos dolerá y simplemente tenemos que tener la disciplina para seguir adelante,
para continuar día tras día tras día; y si dejamos pasar un día sin usar nuestra
atención como se debería usar, si no la usamos todos los días, la perderemos. Es
igual que un idioma, si no lo usamos, lo perdemos. Perdemos cualquier habilidad que hemos
desarrollado si no la ejercitamos.
Cuando empezamos a recuperar nuestra atención tal y
como debería ser, sentiremos como si hubiésemos estado en un sueño muy profundo durante
décadas y posiblemente durante miles y millones de años. Empezaremos a recordarnos tal
como somos, no recordarnos como una máquina, sino recordarnos realmente. La única manera
de conseguirlo es empezar a usar nuestras habilidades reales, los únicos dos poderes que
tenemos, lo cual significa volver a entrenar nuestra atención.
Puede que sea interesante ocuparnos exactamente con
eso ejercicios para la atención diseñados para ayudarnos a recobrar esas dos
habilidades profundamente importantes. Y después, todo lo demás simplemente se quemará.
Nada resistirá ante la presencia de esas dos cosas.
Si podemos invocar nuestra propia presencia en el
presente, en este espacio y en este tiempo, podemos invocarnos a cualquier lugar a través
de barreras dimensionales, donde queramos. Podemos invocarnos en cualquier lugar, en
cualquier momento, bajo cualquier circunstancia. Y estar donde queremos estar.
Si desarrollamos la habilidad de mirar, si
aprendemos a colocar nuestra atención, a tirar de nuestra atención desde donde está
atraída y colocarla donde queramos, eso en sí será tremendamente potente.
Si nuestra atención es atraída por el interés,
por el deseo, está arraigada y no podemos levantarla desde allí. Ésta no es nuestra
atención, no nos pertenece. Nuestra atención ha sido atraída por algo. No tenemos
control sobre ella. Así que, para controlar realmente nuestra atención, debemos ser
capaces de quitarla, recobrarla y reponerla donde deseamos excluyendo las
intrusiones. Nuestra atención debería ser la nuestra, no debería estar sujeta a la
intrusión.
Si somos capaces de hacerlo, nuestra memoria
regresará. Será como si hubiéramos despertado de un sueño muy malo y borroso.
Estaremos funcionando como un yo esencial, como un ser. Y eso es lo que buscamos. Una
situación en la que podemos aprender, no sólo que nuestra máquina es secundaria, sino
también que podemos funcionar sin la máquina. Deseamos aprender a armar la forma de la
máquina sin necesitar de la máquina misma. Deberíamos ser capaces de ello pero
no lo somos, porque no tenemos la atención.
Cuando una atención altamente entrenada y
disciplinada está colocada sobre la máquina, la máquina es llevada al estado despierto
inmediatamente. Esto sólo funciona con una atención muy refinada y potente que incluso
puede despertar la máquina de otra persona cuando la atención está colocada sobre ella,
aunque debemos tener cuidado de no hacerlo.
También podemos hacer otras cosas con nuestra
atención; sólo con hacer que descanse sobre algo o alguien pueden suceder cosas. Cosas
que algunos pueden llamar mágicas o místicas; pero esos términos son desorientadores.
Las cosas que suceden son simplemente los efectos de la colocación de la atención. La
colocación potente de la atención, o la colocación de la atención potente en un objeto
tiene unas influencias profundas en el objeto.
Recuerda que por definición la atención es siempre
específica y la consciencia siempre general. Nunca es al contrario. Podemos colocar
nuestra atención en un objeto y después, con un patrón radial, incluir todo a su
alrededor o lo conectado a él, y continuar extendiéndola sin límites.
Si quitamos nuestra atención de todo eso y la
colocamos en un objeto, por el momento toda nuestra atención está sólo en ese objeto.
Pero nuestra consciencia general está en todo lo demás. Nuestra atención puede ser
desplegada en abanico; pero al mismo tiempo todavía quedarse específica. Podemos moverla
como un foco o como un láser; sólo que es un poquito más extensa.
La atención puede expandirse o contraerse, llegar
al reposo, moverse de nuevo; puede ser apartada totalmente o repartida; pero siempre es
específica. No es la consciencia cotidiana. Deberíamos tener en cuenta que hay dos tipos
de mirar muy diferentes: uno es la consciencia cotidiana y el otro es la atención.
La atención no tiene que estar concentrada, puede
estar desenfocada o incluso difusa; pero ni aun así sería la consciencia cotidiana. Hay
dos cosas funcionando aquí. La consciencia viene por sí sola. Ésta se deja llevar por
las percepciones y las impresiones. "Impresiones" es una etiqueta que significa:
"toda clase de cosas que nos llegan". La atención es algo que dirigimos, que no
es pasiva, sino activa.
La atención debe ser dirigida intencionadamente.
Podemos mirar un libro con nuestra consciencia, pero dirigir nuestra atención hacia otro
sitio. Podemos tirar de nuestra atención y colocarla en el libro. Es algo así como una
cosa física que simplemente traemos desde donde está y la colocamos donde queremos.
También podemos hacer otras cosas. Podemos apartar
nuestra consciencia y usar sólo nuestra atención. En la presencia de ciertas personas
con una atención potente, podemos sentir la diferencia; hay una sensación definida.
No podemos ni crear ni generar emociones hasta que
podamos trabajar con nuestra atención, porque la emoción los estados de ánimos
reales es una función de la atención. No son "sentimientos", lo que
significa "tener sensaciones físicas producidas por la mente": en latín,
"sentire" significa "tener sensaciones físicas" y "mens"
significa "la mente".
Si funcionamos con la consciencia general, nuestras
emociones dependen de los estímulos. Son reacciones ante los estímulos. Estamos
interesados en desarrollar algo que no sea una reacción o respuesta estimulada. Algo que
proceda desde dentro, que proceda de nosotros. Y para proceder de nosotros, tiene que ser
generado por nosotros. No podemos generarlo hasta que practiquemos el generarlo. Se
empieza con pequeñas cosas. Empezamos desde un punto atrofiado de casi nada y tendremos
que trabajar desde abajo hacia arriba.
Es igual que prepararse para casi cualquier clase de
ejercicio que podamos imaginar. Si no queremos hacernos daño, primero tenemos que hacer
un calentamiento, acercarnos lentamente a lo que sea.
Si tomamos nuestra atención y la colocamos en un
vaso, el vaso parece como si estuviera infundido con una luz, se vuelve más luminoso,
más vivo. Tiene una auto-luminosidad. La máquina no se ha vuelto más despierta; pero
esta clase de atención si se dirige hacia la máquina la despertará.
Cuando se aplica al vaso, simplemente despertará un poco más el vaso.
Debemos trabajar en la simple atención. Llevarla
desde cero hacia adelante. No deberíamos preocuparnos por despertar la máquina. Cuando
colocamos nuestra atención actual en la máquina, no ocurre nada. ¡No es para
preguntarse por qué! Lo que la mayoría de la gente llama la atención y la clase de
atención sobre la que estamos hablando aquí son dos cosas diferentes.
Aprendemos haciendo. Poco a poco la enseñanza tiene
que ser labrada conforme al tiempo, el lugar y la gente. Hace dos, tres o cuatro mil
años, si viviéramos en Sumer, por ejemplo, y si dirigiéramos nuestra atención sobre la
máquina, habríamos sido criados con una cierta clase de atención durante toda nuestra
vida, y podríamos contar con que esa atención sería una atención que despertaría la
máquina. Colocaríamos nuestra atención sobre la máquina y sería efectiva. Nuestra
máquina despertaría y no sería un gran choque.
Pero debido a que hemos sido criados en una sociedad
que es destructiva con esta clase de atención, al uso de la atención de esa manera,
cuando nos piden que coloquemos nuestra atención sobre la máquina, nuestra atención es
tan débil, tan ineficaz, que no tiene efecto real alguno, ningún efecto despertador.
Ahora bien, también existe la cuestión de dónde
procede nuestra atención. Al principio, nuestra atención parecerá que procede de
nuestros ojos, o desde detrás de nuestros ojos o desde algún lugar dentro de nuestra
cabeza, o alrededor de nuestro cuerpo, o dentro de nuestro cuerpo posiblemente
desde nuestro pecho, cabeza o garganta.
Pero nuestra fuente de atención en realidad no
está ni siquiera cerca del cuerpo. Estamos asociados con el cuerpo y estamos
identificados con el cuerpo; pero no estamos en ningún lugar cerca del cuerpo. La fuente
de nuestra atención, nuestra ubicación auténtica, llegará a ser cada vez más clara
para nosotros, porque tenemos una ubicación real y una ubicación aparente.
Nuestra ubicación aparente siempre ha sido obvia,
nuestra ubicación real como un ser nos llegará a ser cada vez más evidente mientras
practicamos utilizando debidamente nuestra atención. Claro está, sólo porque debería
utilizarse de esa manera no significa que estemos obligados a utilizarla de esa manera. Si
deseamos tener una vida como un ser, entonces deberíamos usar nuestra atención
debidamente porque ello nos dará la clave de la vida.
Pero si elegimos no llevar nuestra vida como un ser,
entonces no hay urgencia directa alguna para usar nuestra atención como un ser. En cuyo
caso, cualquier uso o no-uso de la atención es apropiado. La alternativa es vivir como un
ser, descubrir nuestra vida como un ser, o bien, no hacerlo. Ser o no ser, esa es la
cuestión.
Hasta que resolvamos esta cuestión, no podemos
avanzar. Hasta que tomemos una decisión de una manera u otra, no es posible progresar
más. Debemos elegir. Viviremos, o bien continuaremos tal cual. Esta elección ha de ser
la primera. Entonces, y sólo entonces, podemos empezar a desvelar el secreto de la vida.
Yo voy a vivir la vida de un ser, o voy a continuar tal como siempre he vivido. Esta
elección la tenemos delante de nosotros ahora. Y esta elección la tendremos delante de
nosotros hasta que decidamos por una o por otra.
No podemos evitar la elección. Y nadie puede elegir
por nosotros. Nadie puede animarnos a elegir una u otra. Podemos elegir cualquiera de los
dos caminos. Si conocemos otro camino, podemos elegirlo. O podemos decidir no elegir, en
cuyo caso simplemente volveremos, dejándonos llevar a donde estábamos antes de
excitarnos como un ser; antes de que fuésemos cosquilleados por los bigotes del gato
así como un cristal o un chip de silicio se induce a la excitación.
Algo excitó a nuestro ser y lo movió. Ahora se nos
enfrenta una elección y no podemos adelantarnos más hasta que elijamos un camino u otro.
La elección no desaparecerá. Siempre estará enfrentándonos. No podemos mendigar,
comprar, pedir prestado o robar nada mientras la elección permanezca delante de nosotros.
Se debe entender la elección muy claramente.
Podemos elegir o la vida del ser, el yo esencial, o bien, la vida de la máquina. Debemos
hacer esa elección antes de poder hacer siquiera un simple ejercicio con la atención. De
otro modo, los ejercicios no nos servirán. ¿Por que debe ser así? Aquí jugamos con
unas leyes reales, cosas que podemos mover como bloques . . .
También es algo muy directo. Podemos experimentar
con meter nuestro dedo en un enchufe de la luz; pero tenemos que llegar a una decisión
sobre querer experimentar realmente lo que sucederá después, si es que sabemos de
antemano qué será. De lo contrario, nuestros esfuerzos serán desencaminados a
propósito.
Si elegimos la vida de la máquina, esta vida no
incluirá algo así como un ejercicio para la atención. Una vez que hayamos decidido
sobre un camino, entonces los sucesos serán consecuentes.
¿Qué es lo que sucede con los cuerpos de las
mujeres culturistas después de que sus músculos hayan sido desarrollados? El cuerpo se
parece mucho al cuerpo de un hombre, reforzado con músculos en proporciones más
pequeñas. Dorsales anchos, espaldas ondulantes, grandes bíceps y piernas gruesas.
Cualquiera que se matricule en una clase culturista
tiene que decidir si eso es lo que quiere que le suceda a su cuerpo. Antes de poder hacer
la más mínima cosa en términos del desarrollo del cuerpo, debemos decidir si eso es lo
que queremos llegar a ser algo grotesco como eso.
Imagínate lo grotesco que sería que el yo esencial
se desarrolle por la misma pauta y que llegue a ser poderoso, mucho más poderoso que en
el transcurso normal de la vida; en el transcurso normal de la vida un ser humano
generalmente tiene un yo esencial no muy desarrollado. Así que para el ser humano
promedio le parece muy feo el hecho de tener un yo esencial altamente desarrollado; tan
extraño, tan peculiar, tan ajeno como estos cuerpos de las culturistas nos parecen a
nosotros.
En realidad no podríamos funcionar en un mundo
humano, en el mundo ordinario, si lo hiciéramos. Tendríamos que vestirlo con algo, igual
que si hubiéramos desarrollado nuestro cuerpo de esa manera tendríamos que ocultarlo en
la calle. Sólo podríamos descubrirlo entre otros culturistas.
De la misma manera, si desarrollamos el yo esencial
siguiendo estas pautas, desarrollaremos la habilidad del yo esencial para auto-invocarse.
Esto significa que seremos capaces de enviarnos a través del laberinto, entrando en los
espacios donde queramos entrar, usando unos trucos topológicos. Llegaremos a ser
chamanes, viajeros y trabajadores en el Gran Laberinto.
Es un gran error aprender a vestirse sólo después
de haber construido el ser. La instrucción en vestirse debería acompañar al crecimiento
de nuestro ser. Si no aprendemos a ir vestidos en público, los caballos nos seguirán por
la calle. Estaremos muy expuestos, y es extremadamente incómodo no ir vestido. Siempre
existe el riesgo de ser rodeado tumultuosamente. Nuestras voluntades de atención y de
presencia no nos van a ayudar mucho si nos rodean tumultuosamente. Somos igual de
vulnerables ante la muchedumbre como cualquier otra máquina. Y pareceremos grotescos para
cualquier criatura humana normal, si acaso su mirada capta los músculos altamente
desarrollados de nuestro yo esencial.
Debemos tener una imagen, una clara imagen de lo
grotesco que parecerá el desarrollo del ser para aquellos que han elegido la vida de la
máquina. Aquellos que eligen la vida del ser son grotescos de apariencia y de sensación
para aquellos que han elegido la vida de la máquina de acuerdo con la manera en la
que las otras máquinas sienten y perciben.
Si estuviéramos al lado de un cuerpo altamente
desarrollado, notaríamos inmediatamente varias diferencias, incluso aunque la ropa las
tapase. Nosotros lo encontraríamos grotesco de la misma forma que para ese individuo
pareceríamos una caricatura patética.
En ese caso, se desarrolló el cuerpo porque la
persona no sabía qué más desarrollar, no sabía qué se podía hacer. Se desarrolló lo
que se conocía y lo que se podía ver. Probablemente a esa persona se le escaparon
totalmente las evidencias de algo superior.
El deseo de desarrollarse está en cada ser humano.
Todos sabemos que tal y como somos, somos menos de lo que podemos ser en realidad
mucho menos de lo que podemos ser. No damos la talla incluso como un ser humano
normal y corriente, incluso como un primate. Cada ser humano siente eso de una manera u
otra y pretende hacer algo al respecto según su entendimiento de sí mismo y de la vida.
Existe un impulso de desarrollar algo, de ser todo
lo que podamos ser, de hacer todo lo que podamos hacer. Si todo lo que vemos es la
máquina, eso es lo que desarrollaremos. Nos desarrollaremos en función de lo que seamos
conscientes si es que desarrollamos algo.
Así que la pregunta ha llegado a ser urgente. Para
nosotros, ¿cuál es más importante, la vida de la máquina o la vida del ser? Si
elegimos la vida de la máquina, entonces debemos desarrollar la máquina a su plena
capacidad; pero si decidimos llevar la vida del ser, entonces debemos desarrollar el ser a
su plena capacidad.
Esto significa que debemos empezar poco a poco,
porque en realidad no hay nada ahí y destrozaremos lo poco que hay yendo demasiado
rápido. Necesitamos coger una cuesta poco pendiente hasta que nuestros músculos se hayan
fortalecido, entonces podremos hacer de todo.
Imagínate si pudiéramos dirigir nuestra atención
como se debería usar, directamente desde el principio, desde el nacimiento o desde el
momento de la concepción hacia adelante. Imagínate si nuestra atención estuviera en su
máximo, y que a lo largo de nuestra vida no tuviéramos que aprender a usarla. ¿No
daríamos por hecho que todo el mundo tenía la misma habilidad? Puede que nos
preguntáramos por qué no la usaban; pero no asumiríamos que no la tenían. Asumiríamos
que no la usaban.
Ése es el problema de aquellos que nacen con la
atención potente y nunca tienen que desarrollarla. Asumen que todos tienen esa forma y
poder de atención. No saben que eso no es cierto. También asumen que todos pueden
manifestarla con la misma intensidad que ellos, y creen que si no lo hacen, es porque han
elegido no manifestarla. Y no porque no pueden. Asumen que la gente simplemente es reacia.
Pero en la mayoría de los casos, no es que la gente
sea reacia, sino que es incapaz. Por desgracia, incluso aunque queramos, no podemos
manifestar ni siquiera la cantidad de atención necesaria para despertar la máquina. El
faro no es lo suficientemente luminoso. Bajo la luz abrasadora y brillantemente intensa de
la atención la máquina debe despertar. La atención irradiada garantiza el despertar de
la máquina. Así que, ¿por qué no sucede?
Nuestra atención debería parecer un proyector de
luz enfocado directamente sobre la máquina desde una distancia de medio metro. ¿Qué
existe que pueda soportar esta clase de luz? El sueño se hace imposible. Hace calor y es
incómodo bajo esa intensidad; es eléctrica, molesta y penetrante. Pero trabajamos con
unas linternas chicas y tenues que tienen las pilas tan débiles que sólo dan un brillo
anaranjado, así que no sucede nada. Es como si estuviéramos dirigiendo la linterna hacia
la máquina desde una distancia de dos o tres kilómetros.
Tenemos las instrucciones correctas, tenemos todo el
método. Pero no tenemos la fuerza para hacer lo que se requiere. Y sin embargo, de cuando
en cuando, la máquina entrará en el estado de despertar. Simplemente sucede. Así que lo
aprovechamos. El único problema es, sin la atención, ¿qué podemos hacer? La máquina
está despierta; pero es como si no tuviéramos en absoluto la máquina en el estado de
despertar. Es como si nunca sucediera.
Ahora bien, a mucha gente no le gusta esta
intensidad, o encuentran dificultad de tratar con ella al principio. Por otro lado, a
algunas personas realmente les gusta. Si encontramos que nos gusta, si nos gusta arder
como bengalas de magnesio, esto significa que como un ser tenemos afinidad con la máquina
despierta.
Empezamos con pequeñas cosas, suavemente, un paso
cada vez. Pero no podemos empezar hasta que hayamos tomado la decisión. ¿Cómo vamos a
tomar esta decisión? Hace falta que sea una decisión formal, no puede ser un dejarse
llevar fortuito. No podemos faltar a esta decisión, tenemos que seguir adelante con ella
de una manera u otra. ¿Alguna vez hemos decidido hacer algo y seguir adelante con ello
sin importar lo que sucediera?
Cuando nadamos medio kilómetro mar adentro, no
podemos decidir no volver a la orilla. Éste es un buen ejemplo de esta clase de
decisión. Existe un punto de no retorno cuando hemos alcanzado la mitad del viaje. En
este punto, no podemos desandar el camino una vez que lo hayamos alcanzado. No podemos dar
marcha atrás a lo que estamos haciendo de nosotros mismos. Si de repente nos paramos en
algún lugar del camino, pareceremos más grotescos que alguien con un yo esencial
totalmente desarrollado. Parcialmente desarrollado es totalmente grotesco.
¿Qué podemos hacer para ayudarnos a tomar esta
decisión? Lo primero de todo, debemos sentir plenamente su importancia qué
significa y el porqué. Darnos cuenta que no podemos seguir adelante hasta que la hayamos
tomado; y cómo se bloquea el desarrollo sin esta decisión.
El ejemplo del culturismo nos ayudará. ¿Qué
pasaría si empezáramos con las técnicas de desarrollar músculos sin seguir un programa
y sin una intención auténtica de terminar realmente con un cierto tipo de cuerpo?
Necesitamos tener una imagen del objetivo que tenemos. De otro modo, puede que terminemos
con algo que no deseamos para nada. ¡Y en este caso no podremos hacer nada al respecto!
No empezamos con los ejercicios más avanzados.
Trabajamos muy despacio de una manera muy disciplinada para que cada paso se edifique
encima de los pasos previos. No tomamos atajos. Es casi lo mismo que empezar a bailar.
Desarrollamos nuestro cuerpo de una cierta manera para el baile. Y sufrimos intensamente
si intentamos pararlo. Esto también ocurre con la esgrima.
Pero podemos tenerlo todo si desarrollamos la
atención. No tenemos que machacar el cuerpo, podemos desarrollarlo. Para la atención,
el cuerpo es increíblemente plástico siempre y cuando la atención esté
funcionando. Podemos fácilmente bailar, levantar pesos, esgrimir, hacer cualquier
actividad que normalmente requiere años de disciplina y práctica. Así como el aprecio;
el aprecio también viene de esta decisión.
Hemos llegado al momento en el que se nos enfrenta una elección. Debemos
elegir la vida de una máquina o debemos elegir la vida de un ser. ¿Cómo haremos una
elección duradera sabiendo que los primates nos odiarán, nos tendrán miedo, y en
general les daremos asco?.